Hasta para poder agraviar es necesario tener cierta autoridad moral de la que Elisa Carrió carece por completo. José Manuel de la Sota es demasiado para ella. Es una figura histórica de Córdoba, del peronismo y de la democracia argentina.
Su estatura está muy por encima de las invectivas de alguien que tiene la lengua más ágil que el cerebro y ha convertido a la calumnia en su estilo de acción política. Todos recuerdan perfectamente cuando dijo que “Macri es un contrabandista” o que “mi límite es Macri”.
Pero las afirmaciones de Carrió carecerían de toda importancia si no fuera porque no constituyen un abrupto aislado, que sólo hablaría de su confeso desequilibrio emocional. Están inscriptas en una estrategia de confrontación permanente que atenta contra la unidad nacional y promueve el odio entre los argentinos.
En una gira electoral, Carrió viajó a Córdoba para apoyar Mario Negri, el candidato del gobierno nacional que disputa el segundo puesto en las elecciones de Córdoba, y embistió contra De la Sota con la misma liviandad con que días antes, cuando estuvo en Santa Fe para respaldar a José Corral, el candidato de Cambiemos que se prepara para salir tercero en la competencia por la gobernación de la provincia, sostuvo que votar por el candidato socialista, Antonio Bonfatti, era “votar por los Monos”.
En las actuales circunstancias de la Argentina, en medio de una crisis económica y social de gigantescas dimensiones, de la que Carrió todavía no parece haberse enterado, que exige para su superación una amplia concertación de fuerzas políticas y sociales, resulta fundamental que la campaña electoral que se avecina se desarrolle en un marco signado por el debate de ideas y propuestas y el respeto entre los adversarios. En esa misión, la principal responsabilidad corresponde al oficialismo, del que Carrió forma parte.
De la Sota no necesita defensa. Pero el domingo 12 de mayo, con la victoria aplastante de Juan Schiaretti, el peronismo y el pueblo de Córdoba volverán a rendirle con su voto el homenaje que merece su memoria.
Movimiento 21