Por Oscar Lamberto | Hojeando “Los cíen peores días “ que había escrito en 2003 y casi no lo había vuelto a leer, quedé estupefacto con algunas descripciones de la crisis y los caminos que nos llevaron al colapso.
Hay hechos que parecen copiados de los diarios de los últimos quince días, la primera reflexión fue “no hemos aprendido nada”, pero como sería inimaginable pensar que quien gobierna, no sabe o no tiene memoria, es necesario la búsqueda de los fundamentos de la aplicación de políticas que pueden llevarnos a un nuevo deslave.
En el 2003 afirmábamos que un país que gasta más de lo que gana, compra más de lo que vende y cancela las diferencias con deuda, tiene el camino de la ruina asegurado.
Por estos días se publicó que el país tuvo un déficit comercial que es un récord histórico, que el déficit fiscal se mantiene en valores muy altos, y que las diferencias se financian con deuda.
El gobierno afirma que aplica un plan, poco explicado, y además que sus políticas se instrumentan en forma gradual, los resultados visibles, en dos años de gestión, es que hay ganadores y perdedores.
Por lo pronto aparecen dos hechos sorprendentes en dos años los argentinos gastamos 16000 millones de dólares en viajes al exterior y en el último año se importaron 700000 automóviles, en materia fiscal se aumentan las tarifas con mayor impacto en los sectores medios, pero el ahorro se destina a pagar interés de la deuda.
Como regalo de navidad se eliminaron los impuestos internos a los autos de alta gama y aumentaron boletos del transporte público y peajes. Ni Trump lo hubiera hecho mejor, se bajan impuestos a los ricos y se lo suben a los sectores de ingresos bajos y medios.
El impacto tarifario en los sectores de ingresos fijos es brutal, aunque se dividan los pagos y se otorguen subsidios a los más vulnerables, se podrá argumentar con alguna razón que las tarifas tenían un fuerte atraso, pero es inexplicable que la contraparte es bajarle impuestos a quien puede pagarlos.
Las economías muy cerradas son perjudiciales para las naciones, pero las aperturas sin contrapartida son el camino directo al desempleo y la pobreza, las relaciones comerciales son siempre de interés, hay que sopesar en cada momento cuál es la más conveniente, a los Estados Unidos no le tembló la mano para aplicar un arancel del 70% a la importación de nuestro biodiesel, aunque haya incumplido las normas de la Organización Mundial del Comercio.
Con tarifas altas, crédito caro, y atraso cambiario, el comercio internacional tiene una sola mano, compramos trabajo extranjero y destruimos el propio.
El presidente cuando era candidato prometió el fin de la inflación, pero después de dos años sigue siendo de las más altas del mundo entre los pocos países que tienen inflación, y sobre el fin del año, de manera disimulada tiraron la toalla, la inflación de un dígito se promete para el próximo gobierno.
El gobierno se jugó a que con el cambio de algunas políticas iba a tener un shock de inversiones extranjeras, hasta ahora sólo llegaron los bicicleteros , que con tasas altas y el dólar quieto lograron rentas inalcanzables en otros lugares de la tierra, y además están preparados para escapar rápido ante la menor duda.
La desconfianza en el país no ha cambiado, la fuga de divisas no para, hasta la mayoría de los ministros tienen sus ahorros en el exterior.
Muchas de las políticas aplicadas son las viejas recetas del Fondo Monetario, aunque no aparezca de manera pública y explícita como en los noventa, su mano invisible se percibe, si revisamos un poco la historia se vería que todos los planes del fondo terminaron en rotundos fracasos para La Nación y en grandes negocios para muy pocos.
Esos muy pocos hoy nos gobiernan, sus CEOS ocupan los ministerios, las políticas públicas coinciden con sus intereses empresarios, los que forman los precios suelen ganar con la inflación, y quedarse con una proporción mayor del ingreso nacional.
Como la economía crece muy poco, para que unos ganen mucho otros tienen que perderlo, y en la extrema concentración no hay desarrollo, pero si fuertes tensiones sociales.
Por ahora los conflictos son circunscritos a determinadas regiones o a un sector específico, no hay un desempleo generalizado, y la asistencia social no ha cambiado de manera significativa respecto del gobierno anterior.
Los desajustes estructurales se mantienen, y constituyen el talón de Aquiles del gobierno, el crecimiento, necesita inversiones, estás demandan reglas y condiciones , además de rentabilidad y seguridad, bajar la inflación, reducir el déficit, tipo de cambio competitivo, todas medidas que requieren de grandes y consensuada decisiones y que exceden el hecho mediocre de hacer negocios para los amigos.
Desde el lugar de sus vacaciones, el presidente, ha devenido en un comentarista de lo qué hay que hacer, pero que su gobierno no hace, cuidar el medio ambiente, reducir el déficit, dejar de endeudarse.