El 17 de octubre es más que una fecha de culto político del peronismo, es un quiebre de la historia, un cambio para siempre en los sueños de los argentinos.
Ningún otro acontecimiento político-social del siglo XX de nuestro país ha dado lugar a tanta reflexión y apasionamiento.
Los hombres y mujeres que marcharon y se concentraron en la Plaza fueron ciudadanos que luchaban por sus intereses y sus aspiraciones de progreso para ellos y para sus familias en una Argentina laboralmente pujante.
Hoy, a 62 años de ese hecho histórico, el peronismo debe redefinir sus objetivos si no quiere convertirse en una confederación de partidos provinciales. Asumir su su responsabilidad como protagonista de la historia política de los últimos 30 años. Reivindicar aciertos, pero sobre todo, hacernos cargo de nuestros errores.
No somos ajenos a la desigualdad existente: el 10% de la población se queda con el mayor porcentaje del PBI que carga con su trabajo el conjunto del pueblo argentino. Hace 30 años supimos abrirnos a la nueva política, renovar hombres, ideas y prácticas. Este 17 de octubre debe ser un nuevo hito en la historia del movimiento. Bloques parlamentarios, sindicalismo y gobernadores deben conducir una nueva renovación.
El pluralismo y los acuerdos políticos nos llevarán a entender la lucha y la acción política, no como guerra sino como una disputa civilizada y una competencia pacífica de ideas y de programas.
Nuestro país necesita apertura, moderación y franqueza. Que este 17 de octubre, a 62 años del que modificó profundamente la vida de los argentinos, se repita con nuevas formas; sin fundamentalismos, sin fanatismos o intolerancias. Teniendo como norte inmodificable concretar la aspiración de la equidad social, condición necesaria para lograr un país al que nos enorgullezca pertenecer.
Por HUGO QUINTANA