Por Jorge Remes Lenicov | Aquí se resume la exposición que ofreció el ex ministro de Economía Jorge Remes Lenicov el 02/06 en el ciclo de encuentros virtuales organizado por Movimiento 21, en la que analizó cuáles son las claves de la larga decadencia económica que sufre el país, que en los 36 años de democracia sólo permitió registrar un 1,1 por ciento de crecimiento anual por habitante y que nos ha ubicado en el podio mundial de países con alta inflación.
¿Por qué en estos 36 años de democracia en términos económicos y en términos sociales no nos ha ido bien?
En estos 36 años Argentina tuvo muy bajo crecimiento, menos que el resto de los países de América Latina excluyendo obviamente a Venezuela. Crecimos 1,1 por ciento por año en términos por habitante -muy, muy poco-, tuvimos la inflación más alta del continente (también excluyendo a Venezuela).
La pobreza, mientras en América Latina fue bajando, en Argentina se duplicó largamente en relación a 1983. Cuando se analizan los síntomas del país se observan las graves dificultades para crecer: tiene una muy baja productividad, con lo cual es imposible aumentar salarios; tiene un Estado que no presta buenos servicios y una presión tributaria enorme, altísima, de las más altas del mundo. Y tenemos una tasa de ahorro e inversión muy, muy baja: 15 por ciento, cuando debería ser 23 o 24 o 25 por ciento.
¿Por qué no nos fijamos en lo que hacen otros países? Parecería que nos creyéramos el ombligo del mundo, que el mundo tuviera que admirar lo que descubramos nosotros.
Creo obviamente que la política económica depende de la conducción política. Ahora bien, eso no significa que la mera voluntad política por sí sola pueda hacer lo que las leyes universales de la economía no permiten o que podamos cambiar la lógica de la economía de mercado. No se pueden violar las leyes económicas.
Para bajar la pobreza hay que aumentar el empleo, para aumentar el empleo hay que invertir, para invertir hay que ahorrar, para ahorrar hay que estabilizar los precios. Es toda una cadena.
Schumpeter, un economista austríaco muy conocido, ya en los años ‘30 decía que en la economía todo depende de todo, la virtud de quien ejerce la política económica consiste en tirar de la cuerda adecuada; hay que encontrar un eje conductor a partir del cual se va armando la política. Perón en 1952 hizo eso. De 1949 a 1952 la economía peronista fue un desastre, en el ‘52 la inflación llegó al 50 por ciento, entonces Perón dijo: miren muchachos, cambiemos todo. Lo que hay que hacer es estabilizar los precios. Él decía: estabilidad de precios y productividad, estos son los ejes de la política.
Duhalde tuvo que afrontar la salida de la convertibilidad. Todos decían que íbamos a una hiperinflación, pero eso no ocurrió. ¿Por qué? Porque hicimos lo que se debe hacer en política económica: no emitimos, no aumentamos el gasto, no dimos aumentos de salario. Dejando de lado el golpe inflacionario que tuvimos los primeros tres o cuatro meses en virtud de la devaluación, después de eso tuvimos estabilidad por tres o cuatro años.
Naturalmente Perón -como después Menem y Duhalde- tuvo mucha razón al fijar como objetivo prioritario la estabilidad de precios. ¿Por qué? La inflación reduce el ingreso de los trabajadores, de los jubilados, de los más pobres; genera variabilidad cambiaria, impide que haya ahorro, se fugan los capitales, el peso tiende a desaparecer, hay pérdidas patrimoniales. Eso genera la inflación. Por eso la inflación es algo que en el mundo ya no se discute. Es un tema del siglo pasado.
Hoy, solamente cuatro países en el mundo tienen una inflación de dos dígitos: Zimbabwe, Sudán, Venezuela y nosotros. La inflación en el mundo desarrollado es de un punto, un punto y medio anual; y en el mundo en desarrollo, de alrededor de 4 puntos.
Yo digo que no podemos derrotar la inflación porque la dirigencia política no observa lo que pasa en el mundo, no comprende que si uno no se da una política de control de la inflación no hay forma de crecer. En campaña todos dicen que su propósito es crecer y bajar la pobreza, pero eso nunca se va hacer si no se empieza por donde hay que empezar.
Naturalmente, para controlar la inflación hay que tener una política coherente de estabilidad. Y eso involucra a la política fiscal, la política cambiaria, la política monetaria.
Para que eso sea perdurable en el tiempo hay que pensar cómo crecer, se necesita un programa de desarrollo. Pero lo primero es lo primero.
¿Qué hicieron los países que derrotaron grandes inflaciones? Brevemente, lo primero: un acuerdo de la política. Y a partir del acuerdo de la política se puede hablar con los gremios y con los empresarios Los acuerdos pueden ser formales e informales pero deben ser duraderos. En esos países fueron construyendo una política de estado: gane quien gane, se mantiene.
Lo segundo es que además del acuerdo político hubo un programa integral que empieza con reformas estructurales. En tercer lugar, son políticas de shock, como ocurrió acá con Perón, con Menem y con Duhalde. Con políticas de shock se puede bajar la inflación del 100 al 20 por ciento y después, en tres, cuatro o cinco años se la puede bajar a parámetros internacionales que permiten recomponer el ahorro y la inversión y empezar a crecer.
Por ejemplo, el acuerdo entre Duhalde y Alfonsín fue crucial. Y a partir de allí, el Diálogo Argentino. Eso permitió tener un par de meses de cierta tranquilidad. En dos meses, gracias a ese acuerdo, sacamos todas las leyes necesarias. La ley de presupuesto, el acuerdo con las provincias, la pesificación de tarifas, la salida de la convertibilidad, la pesificacion. ¡En 2 meses!
Y fue política de shock, obviamente. No hay forma, si no, de hacer esas cosas. Eso hay que tenerlo en cuenta: la necesidad del acuerdo político.
Lo segundo es que mientras uno va lanzando un programa de corto plazo de estabilidad, hay que empezar a discutir un programa de desarrollo, de largo plazo.
Ver exposición completa aquí.