Por Oscar Lamberto | Esta película ya la vimos, siempre el final es terrible, pero en cada repetición el final se ve peor.
El Congreso Nacional con vallas y rodeados de gendarmes, por fuera de las vallas gente movilizada, algunos organizados, otros ciudadanos independientes y también grupos violentos. La imagen del bochorno, balas de goma, gases, heridos, presos, diputados a las trompadas, la imposibilidad de conseguir quórum y el fracaso parlamentario del gobierno.
Hay una regla universal de la economía, no hay fiesta gratis, cuando una generación gasta de más, a otra generación le toca pagarla, agravado por una dirigencia que es incapaz de asumir costos y decir la verdad al pueblo.
El déficit del Estado es insostenible y pagarlo con deuda es suicida, máxime cuando los intereses de la deuda se llevan todo el ajuste tarifario y corremos el riesgo de un nuevo default. Hasta el menos informado sabe que no se puede vivir con la tarjeta de crédito todo el tiempo.
En ese contexto existe uno de los problemas más graves en todas las sociedades modernas, la crisis de los sistemas de retiro. El modelo de previsión social del mundo industrial está en riesgo fruto de los cambios de los modelos productivos, las nuevas modalidades del mercado laboral, las mayores esperanza de vida que impactan en la organización misma del sistema y hace que millones de adultos mayores deban conformarse con ingresos insuficientes para atender las necesidades básicas.
En los últimos treinta años los jubilados argentinos pasaron por todos los experimentos y por todos los vejámenes, todos los gobiernos se rasgan las vestiduras hablando de los “ viejitos “ pero todos sistemáticamente los estafaron.
Deudas millonarias con Alfonsín, la privatización de Menem, la estatización de Kirchner y cientos de juicios impagos, y llegamos hasta un sistema en colapso que requiere reformas estructurales y no meros maquillajes.
Un sistema que tiene, un poco más de un trabajador que aporta, por cada jubilado o pensionado que cobra, es inviable. Al sistema se lo venía alimentando con un 15% de los recursos coparticipables y con la afectación de otros impuestos.
La Corte Suprema en un fallo irresponsable comenzó por devolver el 15 % a algunas provincias que demandaron por recuperar los fondos que habían cedido a los jubilados, el nuevo gobierno propone una supuesta “reparación histórica “ con los miles de jubilados que habían demandado al Estado por haberes mal liquidados, que en la práctica ni reparó ni solucionó el problema de los juicios.
La Corte que de pronto se transformó en justiciera, estaba a punto de acceder a un nuevo reclamo, esta vez de la Provincia de Buenos Aires que solicitaba se actualizara el Fondo del conurbano congelado durante más de una década y que significa sumas millonarias que alguien debía pagar, la plata que es un número finito, la ponían las provincias o la ponía el tesoro.
Como nadie quería ceder un peso se pusieron de acuerdo el gobierno nacional y los gobernadores y decidieron sacárselo a jubilados y pensionados.
Ese acuerdo se llevó a un proyecto de Ley que tiene media sanción del Senado y que nadie se quiere hacer cargo por lo impopular y por el rechazo de la mayoría de la sociedad. Con el agravante que no lo pueden explicar y cínicamente los mismos que firmaron el acuerdo mandaron sus diputados votar en contra o no dar quórum.
Es que la dirigencia política debe buscar formas más inteligentes para el ajuste necesario , sin desconocer el colapso del sistema jubilatorio, cualquier decisión que se tome no va a ser indolora, por eso hay que explicarla y buscar consensos y equilibrar cargas.
Si nadie cede nada, si nadie quiere hacerse cargo de su propia historia, marchamos de nuevo a situaciones dolorosas que aún anidan en nuestra memoria colectiva. El caos nunca beneficia a los más pobres, aunque muchos fariseos lo provoquen, en nombre de los pobres que dicen representar.
El marketing político, que aconseja que un gobernante no puede dar malas noticias, es bastante cuestionable en las crisis, la realidad se les escapa a los publicistas, gran parte del pueblo argentino está “vacunado” contra las mentiras de los funcionarios.
El gobierno tiene la obligación de exponer la verdadera situación fiscal del país antes que sea demasiado tarde, las cuentas del Estado son de todos, hay una diferencia enorme entre: a) enfrentar los problemas y solucionarlos o, b) buscar financiamiento y aguantar hasta el estallido o pasarle la posta al que sigue. Es el abismo que separa al estadista de un miserable.