Por Gilberto Alegre | En el marco del ciclo de encuentros virtuales que organiza Movimiento 21, el diputado nacional Gilberto Alegre, ex intendente de General Villegas y hombre ligado a la actividad agropecuaria, expuso sobre la situación del campo, “que no es sólo la pampa húmeda”. Entre otros interesantes intercambios que se produjeron en ese encuentro, destacamos uno sobre el peso de los fletes y los lobbies que inciden sobre esa decisiva cuestión.
Veintitrés de cada cien empleos del sector privado son provistos por el agro, las dos terceras partes de los ingresos por exportaciones las aporta el agro, que contribuye al 10 por ciento del producto bruto interno de la Argentina (más o menos, lo que contribuye en recaudación de impuestos). Cuando uno visualiza todo esto, dice: “el agro está bien”.
Conviene observar el contexto mundial. Estados Unidos, por ejemplo, subsidia a toda la actividad agropecuaria, incluida la Industria del maíz, siendo el primer productor del mundo. Y lo hace porque, en realidad, así subsidia toda la cadena. El maíz es el vértice de la pirámide, pero después hay un montón de actividades industriales, comerciales, de alimentos, combustibles, plásticos, medicamentos, que tienen como base el maíz; así, dejar de subsidiar el maíz implicaría el riesgo de dañar a toda la cadena y ellos defienden su producción. Lo mismo pasa en Europa. Estados Unidos y Europa nunca han podido llegar a un acuerdo comercial porque los dos protegen sus industrias. Cuando se funda la unión económica europea, uno de sus fundamentos es garantizar la alimentación de la población; y los europeos lo hacen, pero también garantizan que la población se quede en el campo. Por eso subsidian. En Suiza, por ejemplo, en determinadas temporadas la leche sale más barata en la góndola que lo que le pagan al productor. Hay un subsidio enorme para seguir produciendo, se les paga por vivir en el campo.
Nosotros hemos desatendido todas esas variables, por eso hemos perdido el desarrollo armónico del país. En la década del 60 teníamos aproximadamente el 40 por ciento de la población radicada en el campo, en la actividad agrícola. Hoy es el 7 por ciento. Primero empezamos con la revolución verde: empezaron a desalambrar para sembrar todo lo que se podía. Después empezó toda la desarticulación del sistema de la leche, cuando aparecieron las grandes empresas lácteas -La Serenísima, Sancor- trasladando la leche de lo más profundo de La Pampa. Antes, cuando no existía la cadena de frío ni se transportaba, en todas las provincias había pequeñas empresas fabricantes de quesos, que era la manera de almacenar la leche transformándola. Cuando aparece La Serenísima toda la leche se empieza a trasladar por camiones todos los días y después aparecen las cámaras de frío y les venden a todos los productores frío para poder trasladar la leche y que ésta se transforme en las grandes empresas, con lo que desaparecen las pequeñas firmas provinciales y el mercado termina concentrado. Esto determina una crisis enorme en la industria láctea y trae aparejadas otras consecuencias.
Me acuerdo cuando se hablaba de soberanía alimentaria mientras Argentina perdía millones de cabezas de ganado. Yo era intendente de General Villegas. Y para dar un ejemplo claro: General Villegas tiene aproximadamente unas 700.000 hectáreas o poco menos (es el tercer distrito de la provincia de Buenos Aires en extensión) y había 700.000 cabezas de ganado, controlado cuánto ganado por las vacunas contra la aftosa y por las tasas que se pagaban por traslado. En pocos años General Villegas pasó a tener 350.000 cabezas de ganado. Para darnos una idea de lo que significa la pérdida: son 10,000 viajes de camión. Pérdida de población animal es también pérdida de trabajos y de ingresos. Eso que pasó en determinado momento de la historia es lo mismo que pasó con los tambos
¿Qué hicimos? Despoblamos absolutamente todo el interior.
El campo podría producir calidad y cantidad. Necesita producir con mayor tecnología ambiental, aumentar el stock ganadero, aumentar el peso de faena; se puede encarar el problema de la leche para volver a una articulación que sea razonable para todos los eslabones de la cadena. Obviamente en todo esto el Estado tiene mucho que ver: construcción de caminos, mejorar la logística, sin ninguna duda realizar las obras necesarias en los cursos agua para evitar las inundaciones, bajar la presión impositiva. Y obviamente los productores también tienen deudas: tienen que mejorar muchas cuestiones relacionadas con la producción.
Pampa húmeda y producciones regionales
Ahora bien, el estado actual del campo, si uno lo ve por los resultados, daría la impresión de ser bueno, porque estamos entre los primeros productores en el mundo en muchas de las cadenas alimentarias.
Pero somos todo esto a pesar de la presión tributaria que se ejerce sobre el campo.
Cuando hablamos de campo no hablamos solamente de la pampa húmeda, que quizás es la que menos empatía tiene con lo urbano. Estamos hablando de la caña de azúcar, del algodón, de la madera; estamos hablando de pera, de papá, de producción de la tierra en toda la extensión del territorio.
Quizás la que no está bien vista es la economía de la pampa húmeda, sobre la que pesa la imagen tradicional que para estigmatizar se ha simplificado con la idea de la oligarquía terrateniente y ausentista. Esa idea es un anacronismo y es una deformación definir a toda la producción agropecuaria con la imagen de la pampa húmeda.
Por otra parte, la pampa húmeda es una cosa en la cercanía de los puertos y otra cosa en regiones más alejadas. Los costos de los fletes hacen que la rentabilidad sea muy buena cerca de los puertos, pero se vaya estrechando con la distancia. La logística influye muchísimo en la rentabilidad final.
Tenemos que visualizar todo lo que se ha avanzado en materia innovación técnica en el campo. Somos de los mejor dotados en el mundo. Hoy en la Argentina deberíamos estar más adelante aún, invirtiendo en estudios para mejorar las aplicaciones tecnológicas en la producción agropecuaria.
Reitero, no me refiero solamente a la pampa húmeda: somos primeros productores mundiales de pera, por caso, pero tenemos variedades muy viejas y no se las puede cambiar porque toda la producción de peras se realiza en quintas muy pequeñas, y si se la queremos cambiar el productor se queda un periodo sin ingresos. Allí es donde el Estado debería subsidiar a los productores para que ellos puedan cambiar esas variedades y mejorar hacia adelante. El Estado tiene que intervenir para resolver este tipo de cuestiones, pero no hay una intervención inteligente, más bien hay destrato.
En cuanto a las economías regionales, no todas tienen la misma problemática: algunas funcionan muy bien, otras podrían funcionar mucho mejor y otras están muy atrasadas. Nosotros tenemos la uva, la pera y la manzana, los limones (donde estamos ubicados entre los primeros productores del mundo); por otro lado tenemos enormes perspectivas con la madera, donde hay territorios en los que tenemos habilidades competitivas equivalentes a las de la Pampa húmeda con la soja, pero al estar ubicadas las zonas de producción de madera en regiones fronterizas, los temas de propiedad sobre extranjeros genera dificultades.
En cuanto al tema de los limones: en Israel están trabajando para hacer limones sin semilla, están trabajando en la genética. Es un ejemplo: nosotros todavía estamos escasos de tecnología aplicada a la producción del campo.
Las producciones regionales tienen sus especificidades, cada zona de producción es una problemática diferente, no se puede resumir con una generalización, hay que analizar caso por caso.
Intercambio
El peso de los fletes
Alegre: En cuanto a la presión que ejercen los fletes, la prueba se observa cuando se cierran plantas que no pueden resistir los costos elevadísimos de los camiones. El tema del transporte no está puesto como corresponde sobre la mesa. Hay que mejorar el transporte realmente, el del ferrocarril en primer lugar. El flete más barato sería la hidrovía, después el ferrocarril y recién después el camión. Pero la hidrovía está carísima, sube su precio al ritmo del camión.
Oscar Lamberto: Este tema de fletes y tarifas es como en la época de Scalabrini Ortiz. Los camiones de Moyano juegan el papel que antes jugaban los ferrocarriles ingleses: ahora se establece que nada puede ser más barato que el camión y por lo tanto, la hidrovía sube sus precios y tiene súper ganancias (y el ferrocarril también). Los dueños del Central Argentino traen la soja de Salta con el mismo flete que el camión de Moyano, con lo cual lucran enormemente en el rubro fletes. Todos esos aparentes competidores del camión obtienen rentas diferenciales gracias a los costos que impone el camión. Por eso todos se hacen los tontos.
Sin una política sobre los fletes, el interior está muy perjudicado. El norte podría beneficiarse con una apertura del transporte hacia el Pacífico, para llevar los productos a Chile en lugar de traerlos a Buenos Aires. El peso del tema fletes es impresionante: representa como el 10 por ciento del valor de la cosecha. Es como quedarte con toda la renta. Los productores no tienen suficiente fuerza para enfrentar a los grupos que se quedan con la crema del negocio. Ese es el tipo de políticas sobre las que hay que alcanzar acuerdos: son políticas estratégicas. Nosotros lo planteamos en los 10 puntos sobre lo que necesita hacer Argentina, uno de los puntos era el tema del ferrocarril. No es tan difícil hacer una red ferroviaria nueva, pero nadie tiene interés en hacerlo.
La causa del atraso argentino está en la cantidad de lobbies que hacen su negocio en perjuicio del negocio general del país.
Humberto Roggero: En el tema del transporte tuve una discusión con Duhalde: yo era presidente del bloque de Diputados y había denunciado la situación del transporte en términos similares a los que expuso Lamberto recién. Duhalde me pidió que moderara la crítica, yo le dije que presentaría la renuncia a la jefatura, Duhalde me pidió que me quedara. Me dijo: vos tenés razón, pero ahora no podemos entrar en esa pelea, necesitamos que el país siga funcionando.
Hugo Quintana: Hay un cálculo muy clarificador sobre el tema del flete: hace 6 años más o menos se hizo una cuenta muy elemental según la cual salía más caro traer maíz en un camión al puerto de Buenos Aires que el flete desde Buenos Aires a Ámsterdam.