Lucrecia Monti.
Donde hay necesidad,
que nazcan mil derechos.
Sus ojos se cerraron
y el mundo sigue andando.
Su voz que era la mía
ya no declamará
Donde hay necesidad,
que nazcan mil derechos.
Privilegios a los niños
en la Patria que será.
Fue mía la piadosa
dulzura de sus manos
que dieron a mi pecho
caricias de bondad.
Para ellos la dureza
con que entregó sus días,
a los explotadores
corrió con la verdad.
Por qué sus alas
tan cruel quemó la vida.
Por qué esa mueca
siniestra de la muerte
Las 20 y 25
de un triste día de invierno,
se fue y volvió en su pueblo
y aquí se quedará.
Sus ojos se cerraron
y el mundo sigue andando.
La razón de mi vida
de pronto oscureció.
Antorchas se prendieron
por calles del no olvido.
La marcha de mi pueblo
en hombros la llevó.
Yo sé que ahora
vendrán caras extrañas
con sus limosnas
a hurgar en mi lamento.
Ella me guía
seguro en mi trayecto:
una Argentina grande
con un pueblo contento.
Se apagaron los ecos
de su reír sonoro
y es cruel este silencio
que me hace tanto mal.
Con el tronar de bombos,
la Marcha Peronista.
La Santa de mi Pueblo
en millones volverá.
Lucrecia Monti