Por Juan Carlos Olima | El embajador y ex vicecanciller Juan Carlos Olima ofreció una charla en el marco de los encuentros virtuales que organiza Movimiento 21. Lo que sigue es un resumen de esa exposición y de los intercambios posteriores con algunos participantes:
Al recuperarse la democracia, en 1983, estábamos ante un panorama internacional muy complicado. En primer lugar por las implicancias internacionales del conflicto de Malvinas; en segundo lugar, a raíz de las tensiones con Chile por el tema del Beagle: teníamos en contra un laudo arbitral y una mediación papal que no habíamos aceptado, lo que nos puso al borde de una guerra en 1978. Teníamos el tema de la deuda externa y para completar ese escenario teníamos una relación muy complicada con Brasil porque desde fines de la década del ’70 los gobiernos militares de ambos países se habían enfrentado muy duramente a raíz de la utilización de las aguas del río Paraná. En cuanto a Brasil, era el país que venía con una dictadura militar más larga: los militares gobernaban desde 1964. En consecuencia, su salida democrática estuvo muy condicionada por las fuerzas armadas.
Ese era el escenario que teníamos y había una gran debilidad, tanto en la democracia argentina como en la democracia brasileña, por eso ambos gobiernos decidieron establecer un mecanismo de cooperación para tratar de dar vuelta esa página y salir de ese punto de debilidad.
A sólo seis meses del de la Asunción de Sarney, en noviembre de 1985, se reúnen en Foz de Iguazú Sarney y Alfonsín y firman el Acta de Foz de Iguazú, considerado el instrumento basal del acuerdo del Mercosur. En esa circunstancia se firmó un documento de mucha trascendencia política para Argentina y Brasil, que fue el acuerdo de cooperación nuclear. Es decir, el principio de todo ese proceso fue una alianza de carácter estratégico entre Argentina y Brasil que después se fue completando en el tiempo. No era una alianza de carácter económico si no una alianza de carácter estratégico.
Seis años después, en 1991, se firman finalmente los acuerdos del Mercosur con presidentes distintos y electos regularmente, pero lo que poco recuerda es que breve tiempo después, en julio de 1991, se completa la alianza estratégica con la suscripción del ABACC, el acuerdo Brasil-Argentina para el control y contabilidad de materiales nucleares. Con este acuerdo, Argentina y Brasil se convierten ante la comunidad internacional en controladores recíprocos de que el uso y la investigación los aspectos nucleares serán destinados exclusivamente a fines pacíficos.
Ese fue un modo de inserción en el mundo de ese momento. La base de sustentación del Mercosur era la mirada convergente de Argentina y Brasil. En la década de 1990 no se produjo esa mirada convergente Eso explica la ineficacia del Mercosur durante esos años: no logramos resultados. Sin embargo, el tema es más serio porque cuando finalmente logramos una convergencia -entre Lula y Kirchner ya con el acompañamiento de los otros dos socios- no se logró alcanzar ningún acuerdo de importancia ni con la Unión Europea ni con ninguna otra área comercial importante.
Con este panorama, es ingenuo pensar que el Mercosur va a superar las limitaciones de los últimos 30 años. No estoy diciendo con esto que haya que irse del Mercosur, estoy diciendo que el Mercosur fue una concepción de carácter estratégico ante el mundo que existía entonces; ese mundo dejó de existir: creo que para analizar Argentina, el Mercosur y el mundo hay que ir a lo que está ocurriendo hoy en el mundo, que yo lo titulo como un rompecabeza sin tapa. Porque no tenemos la figura, el modelo para armar ese rompecabezas: tenemos piezas sueltas.
La primera: Estados Unidos y China están en una confrontación geopolítica que abarca todos los campos.
Una segunda pieza: la crisis del multilateralismo. Las organizaciones internacionales y multilaterales no han estado a la altura de las circunstancias que se están viviendo: ni la OMC, ni el grupo de los 7, ni el G20 ni Naciones Unidas. Ninguna estructura. Y, como dice un pensador, el planeta descubre estupefacto que no hay comandante a bordo. Por eso se aplican soluciones locales a un problema global.
La tercera pieza de este rompecabezas es lo que se llama el efecto mariposa que estaba anunciado por la ciencia ficción: alguien del otro lado del mundo se come a un extraño animal y pocos meses después la humanidad debe encerrarse en cuarentena. El mundo es un sistema en el que todo elemento que lo compone, por insignificante que parezca, interactúa con otros y puede influir sobre el conjunto.
La cuarta pieza: al día de hoy es imposible estimar la totalidad de los costos que va a imponer la pandemia.
La quinta pieza es la problemática medioambiental. No son pocos los que piensan que la pandemia es una respuesta de la naturaleza al sistema económico imperante. Hay que tomar en consideración que solamente dos países concentran el 42% de emisiones totales: China, el 28% y Estados Unidos, el 14%. Y si sumamos otras cuatro jurisdicciones se completa el 67% (Unión Europea el 10%, India el 6%, Rusia el 5%y Japón el 4%. Esto quiere decir que todo el resto del mundo aporta sólo la tercera parte de la contaminación. Si Estados Unidos y China no encabezan una reacción no habrá solución.
Sexta pieza: los problemas mundiales preexistentes no desaparecieron no se transformaron, sólo están ocultos tras la cortina de humo de otros problemas. Ni la concentración de la riqueza, ni el conflicto de Medio Oriente, ni las corrientes migratorias imparables para Europa y para Estados Unidos. Y yendo al plano local, ni la situación de Venezuela, ni la tensión y el status irregular del gobierno de Bolivia, ni los problemas de Chile, que han recrudecido, están en vías de desaparición.
Esto significa que tenemos toda esa problemática sumergida pero vigente.
Finalmente, la séptima pieza es esta: hay un nuevo debate sobre el rol del Estado y sobre el modelo económico imperante.
Agrego otra pieza: el debate que se está haciendo sobre el rol de la mujer es otra pieza para poner en el rompecabeza.
Tal es el escenario. ¿ Cuáles son las conclusiones que podemos sacar?
La primera es que las crisis son aceleradoras de los procesos históricos.
Cuestiones que habrían tardado años en aceptarse, se instalan en semana y casi sin discusión. Estamos al borde del nacimiento de un nuevo orden mundial. En ese escenario también el Mercosur debe ser rediseñado. Y el punto de apoyo principal no puede ser sólo el comercio. Creo que en este momento hay que buscar los puntos de contactos necesarios para recuperar la alianza estratégica entre Brasil y Argentina.
INTERCAMBIO
PASCUAL ALBANESE: Mi reflexión es que entre Estados Unidos y China rige lo que rigió entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría: el principio de la destrucción mutua asegurada. Esto es: la bomba atómica, que se suponía la principal amenaza a la paz mundial terminó siendo la principal garantía de la paz mundial. En las actuales circunstancias la interpenetración entre las economías de Estados Unidos y China hace que una de las peores cosas que le podrían llegar a ocurrir a China sería una debacle económica en los Estados Unidos y a la inversa, una debacle en China sería de lo peor que le puede ocurrir a Estados Unidos.
En cuanto a la relación bilateral Argentina-Brasil, coincido en que es la plataforma desde la cual Argentina puede intentar posicionarse en la política mundial.
Y coincido también con vos en que, en la situación coyuntural en que se encuentran Brasil y el gobierno de Bolsonaro, hay que afinar mucho el ojo para elegir desde dónde se puede reencauzar ese vínculo estratégico. En ese sentido quiero remarcar algo que me parece importante: lo que sobresale hoy, independientemente de los declives del gobierno de Bolsonaro, es la emergencia del poder militar en Brasil como el factor de poder más importante del sistema institucional brasileño.
OLIMA: Yo creo que las coincidencias y divergencias entre Estados Unidos y China están sesgadas por la personalidad de Trump. Creo que es un gran agravante de la situación. Falta un liderazgo que sea capaz de enfocar con sensatez ese conflicto. Y no se ve de dónde puede surgir ese liderazgo: Europa está desaparecida y conflictuada por sus problemas internos.
EDUARDO MONDINO: ¿Te parece que la Unión Europea es irrelevante en esta confrontación?
OLIMA: No, no creo que sea irrelevante. Tampoco creo que pueda convertirse en un colchón, un mediador entre Estados Unidos y China.
GUILLERMO SHWEINHEIM: ¿Vos creés que esta suerte de multilateralismo con dos grandes potencias estratégicas, tecnológicas y económicas operará sobre los enfrentamientos entre regímenes políticos? Porque lo que estaba en juego hace 50 años también era un conflicto sobre modelos de organización política…
OLIMA: Hay un debate sobre los modelos políticos de organización de la sociedad, eso evidentemente sigue en disputa. Y mi diagnóstico, al día de hoy, no es positivo. En el sentido de que pienso que estamos siendo conducidos a un conjunto de sistemas que son cada vez más coartantes de la libertad individual como la hemos concebido en Occidente a través de nuestra historia.
PABLO CHALLU: ¿Cómo juega en estos escenarios el tema energético?
OLIMA: Allí hoy nos encontramos con otro problema, porque se está dando una bajante del rio Paraná que es histórica. El Paraná es la boca de salida de toda la producción granelera de la zona del litoral y de parte de Córdoba además de una fuente de energía. Estamos produciendo con un caudal cada vez menor. Desde el punto de vista energético Argentina está en una situación complicada. A mediano plazo se abre una esperanza con la tendencia a reemplazar los materiales contaminantes en la producción de energía, especialmente el carbón y el petróleo; es posible que lleguemos a un mecanismo de producción energética que nos vaya independizando de la dependencia que tenemos de la hidroelectricidad. Como complemento digamos -y esto sería otra pieza del rompecabezas- que en abril el petróleo tuvo por primera vez en su historia un precio negativo. El petróleo, que durante dos siglos gobernó el mundo y fue causa de guerras muy cruentas, de un día para el otro perdía valor sustancial.
OSCAR LAMBERTO: La mía es una pregunta más bien local: ¿Cómo juega este llamado grupo de Puebla, en el que el único presidente miembro es Alberto Fernández, en las relaciones con el resto de América Latina? Porque veo que nos estamos juntando con opositores y no con los que mandan…
OLIMA: El grupo Puebla surge poco antes de que Alberto Fernández asumiera. Probablemente, frente al escenario regional que se le presentaba, Fernández intentó formar un grupo de apoyo, buscando especialmente un entendimiento con México. Después de eso la pandemia también allí pateó el tablero. Una vez que se haya ordenado la situación, creo que se irán dejando de lado esas fantasías de grupos formados por personas con buenas intenciones pero que no representan nada del poder de la región.
EDUARDO ROLLANO: Te pido una reflexión sobre este punto: ¿vos ves que este gobierno esté mirando el mundo de una manera coherente? Porque yo observo muchas perspectivas contradictorias…
OLIMA: Yo no sé si se lo está haciendo. Desde mi experiencia, hace falta una conducción unificada para manejar la política exterior.
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