El 1 de julio de 1974, 43 años atrás dejaba de existir el único ciudadano que fue elegido presidente de la Argentina en tres oportunidades. Su figura y sus ideas marcaron un antes y después en la historia nacional del siglo XX.
A las 14.10 de aquel 1 de julio, un día lluvioso y destemplado en Buenos Aires María Estela Martínez de Perón – en ejercicio de la presidencia desde el 29 de junio – anunció a todo el país el fallecimiento del teniente general Juan Domingo Perón.
A pesar del fuerte aguacero -, una multitud incalculable se volcó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador para rendir homenaje – al paso del cortejo – al presidente desaparecido.
Poco después se conocía el parte médico en que los doctores Pedro Cossio, Jorge Taiana, Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez certificaban las causas de su muerte. Poco después de las 14.10 el secretario general de la CGT, Adelino Romero, decretaba, en señal de duelo, un cese general de actividades; medida que fue imitada por Julio Broner, titular de la CGE, quien invitó a los empresarios de todo el país a sumarse al duelo.
Los titulares del 1 de julio de 1974 reflejan el impacto que produjo la muerte de Juan Domingo Perón, elegido Presidente de la Nación Argentina en tres ocasiones.
Por un conflicto que mantenían los trabajadores gráficos con las empresas periodísticas, ese día no aparecieron los diarios en el país, que sólo pudieron dar la noticia del fallecimiento en la madrugada del 2 de julio. Inmediatamente después de su muerte, los restos de Perón fueron instalados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos, vestido con uniforme militar, donde se lo veló hasta las 8 del día 2.
Afuera del Congreso más de un millón de argentinos acongojados quedaron sin dar el último adiós a su líder.
A esa hora fueron trasladados a la Catedral Metropolitana, donde arribaron a las 9.40, rezándose una misa de cuerpo presente. Colocado en una cureña, el féretro, flanqueado por granaderos, fue conducido al Palacio Legislativo. Allí permaneció hasta las 9.30 del jueves 4 de julio.
Se calcula que mientras el cuerpo de Perón estuvo expuesto en el Congreso, unas 46 horas y media, desfilaron ante el féretro casi 135.000 personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último adiós a su líder.
A pesar del fuerte aguacero -, una multitud incalculable se volcó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador para rendir homenaje – al paso del cortejo – al presidente desaparecido. 2000 periodistas extranjeros informaron de todos los detalles de las exequias.
Dueño de un carisma único, una oratoria cautivante, una prosa privilegiada y una visión del contexto político y social única, todavía es objeto de amores y de odios, pero nunca de indiferencia.
Ha sido el único ciudadano elegido Presidente de la Nación Argentina en tres ocasiones; la primera, en las elecciones del 24 de febrero de 1946, para el período 1946-1952; la segunda, en las del 11 de noviembre de 1951 para el período 1952-1958, que no alcanzó a completar debido al golpe militar que lo derrocó el 16 de septiembre de 1955 y la tercera el 23 de septiembre de 1973, tras 18 años de exilio, para el período 1973-1977, que no pudo completar a causa de su fallecimiento.